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DOCE HOMBRES SIN PIEDAD (Sidney Lumet, 1957)





«¿Una duda razonable?»
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  Pocas veces una obra maestra del cine americano tiene que hacer referencia obligada a una producción de la televisión española (el recordado por los que peinamos canas Estudio 1). La película de Sidney Lumet se estrenó en 1957. 12 hombres sin piedad es, sin duda, una de las mejores películas judiciales, si no la mejor, de todos los tiempos. El director Sidney Lumet, llevó al cine la obra que Reginald Rose escribió para televisión.

  12 hombres sin piedad es uno de esos casos de películas que, en su momento, pasan por taquilla sin pena ni gloria y que el tiempo pone en el lugar que le corresponde.






  En 1973 se estrenó en Televisión Española la versión adaptada. En aquellos tiempos en los que la televisión era televisión y había teatro (algo impensable para un joven actual) esta obra marcó un hito quizás no superado. La enorme capacidad interpretativa de aquellos Rodero, Bódalo, Puente, Prendes, Lemos, etc nunca ha sido ni medianamente igualada por esos actores actuales cocidos profesionalmente en series televisivas de calidad ínfima pero muy del gusto de estos tiempos. Aquellos actores formados sobre las tablas del teatro lograron unos niveles interpretativos al cabo de los años que ahora jamás se podrá conseguir con los actores actuales fichados para usarlos en series penosas y luego explotar imágenes en revistas de papel couché. Sí, eran otros tiempos. Y, sin miedo a ser políticamente incorrecto, cualquier tiempo pasado interpretativo fue (mucho) mejor.

  Por otro lado, esta película/obra hace reflexionar sobre la operatividad de los jurados populares. Yo estoy absolutamente en contra de tal figura judicial. No me gusta que un indocumentado/influenciable determine la culpabilidad o no de un imputado. No. No me fío de la gente actual ni de mí mismo porque al no ser profesionales del derecho entramos en cualquier debate con una decisión prefijada.

  Lo bueno de comparar la película con la obra de teatro es que nos encontramos ante dos monstruos de la interpretación. El jurado clave, nº 8, lo interpretan Henry Fonda en la película y José María Rodero en Estudio 1. De Henry Fonda poco podemos decir que no se sepa. De Rodero diré que es uno de los actores (junto con Marsillach) que hizo que me apasionara el teatro. En este papel de jurado nº 8 no creo que pueda haber más calidad interpretativa de la que él ofrece.






  La obra versa sobre un grupo de miembros de un jurado que debe juzgar a un adolescente acusado de haber matado a su padre. De los doce miembros, once están convencidos de que el acusado es culpable de asesinato. Pero uno tiene dudas sobre su culpabilidad. ¿Cómo puede este hombre convencer a los otros miembros sobre la inocencia del joven?

  Prácticamente toda la acción de la película transcurre en la sala de deliberación. Durante la hora y media que dura el film, asistimos al cambio de los miembros del jurado, somos testigos de sus ideas, de sus discusiones y prejuicios, y el ambiente entre ellos se va haciendo cada vez más claustrofóbico.

  En los doce miembros del jurado están representadas las distintas facetas del ser humano. Son un fiel reflejo de la realidad, gente corriente, con prejuicios, que se preocupa o que quiere deshacerse del problema lo antes posible.

  Henry Fonda/Jose María Rodero, como el jurado nº 8, es el único que discrepa de la culpabilidad del acusado desde un principio. Ambos bordan su papel. El nº 8 es el encargado de desmenuzar el caso, de analizar las pruebas y sacar a flote la verdad para hacer justicia. Con sus argumentos consigue que varios miembros comiencen a cuestionarse lo que daban por sentado, ¿pero conseguirá ponerlos a todos de acuerdo?

  El nº 8 nos ofrece un personaje reflexivo, que no se deja llevar por los prejuicios y las primeras impresiones, una persona inteligente que quiere descubrir la verdad.



Grabación completa Estudio 1. 




  Más que una película judicial, es una lección de vida que nos enseña que no debemos dejarnos llevar por los prejuicios, que una decisión judicial es algo muy serio pues la vida y la libertad de una persona están en juego.

  A medida que avanza la película, nos va atrapando en gran medida la trama, debido a las nuevas revelaciones que van surgiendo, y al analizar nuevamente la forma en el que murió el padre, además de lectura de las declaraciones de los testigos presenciales. El protagonista nº 8 durante todo el proceso se va imponiendo a todos los presentes, fruto de la verdad y la razón.

  Los 12 personajes dejan bien marcada su personalidad en sus opiniones. Son caracteres muy distintos, algunos mejores otros peores, pero lo interesante del film es ver como hacen frente al racionalismo del nº 8. La película nos muestra la importancia de usar la razón y que el diálogo es un arma que se debería usar más a menudo. Son sólo 12 personas, pero podrían representar una sociedad entera.

  Como he dicho anteriormente, la cinta transcurre siempre en la misma sala y se basa en el debate del jurado popular. Que esto no asuste, pues la película es lo bastante interesante al ver como chocan los doce personajes, cada uno con una personalidad diferente. El resultado final es excelente y no da lugar a la indiferencia.