Junto con la La caída de los dioses, Muerte en Venecia es la película que más me gusta de Visconti. Reforzada con música de Mahler hace que los enormes silencios generen escenas de dramatismo incomensurable. Historia muy dura basada en una novela de Thomas Mann. La trama se desarrolla en el tramo final de la vida Gustav Von Aschenbach, veterano compositor venido a menos y que atraviesa por un delicado estado
de salud.
Decide pasar el verano en Venecia alejándose durante una temporada de
sus obsesiones y de su ciudad, Munich. Pero como siempre suele ocurrir, y siguiendo
al Doctor Vallejo Nájera “las obsesiones
es lo primero que un depresivo mete en la maleta”. El compositor, al llegar a
Venecia sufre un shock al conocer a un efebo rubio y de mirada gélida que
envenena y fascina su mente, Tadzio.
tráiler |
Cuando Gustav von Aschenbach recala en
Venecia se encuentra embargado de frustraciones y de un espíritu senil; su
salud mental y corporal decae y su última obra musical había sido un rotundo fracaso
por el que fue abucheado públicamente. En estas circunstancias, el artista
alemán lo que busca en Venecia es el renacimiento de su equilibrio. Pero es allí y solo
allí, en donde iba a acontecer el suceso más importante de la vida de Aschenbach: el
descubrimiento de la más elevada belleza, la más virtuosa, pura y sobrecogedora.
Ese momento culminante se produce cuando el compositor divisa entre el gentío a
un andrógino adolescente polaco de unos 13 años, Tadzio, que posee los
atributos que representan la perfección espiritual que entra a través de los
ojos mediante la idealización física, caracterizada por los cabellos rubios, la
piel pálida, los ojos claros.
Curiosidad: Un dato no contrastado señala que Miguel Bosé fue uno de los candidatos para representar a Tadzio, pero que su padre Luis Miguel Dominguín se negó.
Dijo Visconti: “Aquél
que ha contemplado la belleza, está condenado a seducirla o morir”
Como primera aproximación al sentido de la película vemos un hermoso alegato en defensa de la homosexualidad tardía... del despertar de un hombre maduro a su propia naturaleza sexual, que había permanecido escondida hasta ese momento.
Como primera aproximación al sentido de la película vemos un hermoso alegato en defensa de la homosexualidad tardía... del despertar de un hombre maduro a su propia naturaleza sexual, que había permanecido escondida hasta ese momento.
GUSTAV MAHLER Sinfonia nº 5
Esta cinta refleja una ilustración de
la más excelsa e inalcanzable belleza. Un ideal que mantiene su pureza eternamente y que es
reflejo de la verdad. Aschenbach se
muestra como incansable contemplador de la belleza, la cual no puede tocar y,
por tanto, se torna imposible desprenderla de su perfección casta e inocente.
Así, el director demanda de nosotros
esa misma observación de la idea de belleza perfecta, más allá de las
manifestaciones particulares que manipulamos, empañamos y violentamos.
Nuestro protagonista, Gustav, movido
por su amor y obsesión, se dedica a seguir y observar a Tadzio. Y sucede lo que es esencial: solo se
intercambian miradas, sin que haya entre ellos ni una sola palabra y, por
tanto, ni una sola comunicación mediante el lenguaje humano. En este contexto,
no es de extrañar la preponderancia absoluta de la imagen con la fotografía
. Se apela a un amante de la contemplación que se permeabiliza
en los movimientos lentos y delicados de la cámara, así como en los
reiterativos zooms que intensifican el poder de las imágenes, las cuales nos
exigen la agudización de nuestra percepción para captar los detalles. Se apela
a la hipersensibilidad que embriague todos los sentidos de tal forma que se
vean excitados mediante la visión de la belleza.
Decadencia. Los mundos que se acaban
son un manantial inagotable para la creación artística. Muerte en Venecia puede
verse como un canto a la decadencia.
Este asunto directa o lateralmente también lo trata Visconti en otras
películas: El gatopardo, La caída de los dioses, Confidencias o El inocente,
por citar algunas.
Decadencia de la ciudad, donde los
aspectos mostrados más bellos, no son tanto arquitectónicos, sino lumínicos:
brumas, atardeceres, reflejos en el agua de los canales o del Lido y que,
azotada por el cólera, nos muestra también los más ruinosos.
Decadencia de la burguesía de la
época que apura los últimos placeres que aún quedan de su ‘Belle Epoque’, pero
que camina inexorablemente hacia la inminente Primer Guerra Mundial.
Decadencia intelectual y física. La
agobiante nostalgia que muestra el final del vigor físico e intelectual y del
éxito, frente a la juventud en la plenitud de su belleza (imagen arrogante contrapuesta)
es magistralmente mostrada en el juego de imágenes donde vemos a Tadzio frente
al mar configurando un paradigma ideal e irreal, frente al muy real Aschenbach,
crecientemente limitado en todas sus capacidades. La interpretación de Bogarde
en la escena de su muerte es absolutamente sobrecogedora.
Es una película sin acción y casi
carente de diálogos. En
Muerte en Venecia la acción como tal es mínima, más bien podríamos hablar de
"acción psicológica"; el verdadero argumento es lo que pasa dentro de
la mente de Gustav von Aschenbach. La interpretación debe recaer necesariamente en los
recursos de la comunicación no verbal, y en este film Bogarde ofrece una
lección magistral de dichos recursos. Bogarde utiliza sus ojos, manos y labios,
para mostrarnos con una infinita gama de matices sus sucesivos estados de
ánimo, el apasionamiento de sus reflexiones.
La visión de la película nos
plantea algún enigma por parte del
director Visconti: ¿Por qué trata tan cruelmente a Aschenbach, lo ridiculiza,
degrada y humilla en extremo? ¿Hay una crítica de Visconti
escondida, pero intencionada, hacia la no asunción de la propia sexualidad?