"Y no se engañe. Francesca, es de todo, menos una mujer
simple"
Ficha técnica
Clint Eastwood, uno de los grandes “duros” de la historia
del cine. Icono del machismo por excelencia. Director/protagonista de un gran
drama romántico. En el 95 ¿se nos cayó un mito? ¿o más bien nos nació otro?
Ambos se
encuentran en un punto de sus vidas donde todas las ilusiones han quedado
atrás. Pero cuatro días después de conocerse ninguno de ellos querrá perder el
amor que han encontrado.
Se ha dicho que en Los puentes de Madison “el silencio es la principal excusa”. Y es verdad. No hay acción. La pasión nace de todo lo que no se dice. De palabras no pronunciadas. De miradas desviadas. Hay en el cine una exagerada tendencia al abuso de sofisticadas tecnologías informáticas, dando como resultado productos de circo visual y sonoro vacíos de contenido. Para que se produzca cine, ha de haber una mirada humana que complemente la mirada mecánica y artificiosa de muchos films que inundan las pantallas actuales. En definitiva, es la frase que siempre se ha dicho: "Una pantalla grande sólo hace el doble de mala a una mala película".
Es, además, un
ejercicio arriesgado del actor-director al ofrecer un registro muy distinto al
que nos tenía acostumbrados hasta esa época. Era impensable ver llorar de amor
a este hombre duro y moverse al borde del sentimentalismo cursi sin caer en él.
Hermosa película.
Bien narrada. Una historia de una mujer
casada, con una vida llena de hastío, viviendo en un pueblo donde nunca pasaba
nada. Meryl Street y Clin Eastwood dan
vida a Francesca y a Robert, que no buscaban cambiar sus vidas de la noche a la
mañana pero sin embargo una gran pasión y una infidelidad marca sus vidas para
siempre.
Se ha dicho que en Los puentes de Madison “el silencio es la principal excusa”. Y es verdad. No hay acción. La pasión nace de todo lo que no se dice. De palabras no pronunciadas. De miradas desviadas. Hay en el cine una exagerada tendencia al abuso de sofisticadas tecnologías informáticas, dando como resultado productos de circo visual y sonoro vacíos de contenido. Para que se produzca cine, ha de haber una mirada humana que complemente la mirada mecánica y artificiosa de muchos films que inundan las pantallas actuales. En definitiva, es la frase que siempre se ha dicho: "Una pantalla grande sólo hace el doble de mala a una mala película".
Sin grandes giros
argumentales, ni escenas apasionadas de amor-sexo. Sin estridencias ni
brusquedades. Sin ruidos. Con roces y caricias, desde la sencillez, todo va
sucediendo pausadamente, progresivamente. Una mirada, un gesto, unas palabras
justas.
Esta mirada
humana y húmeda es la que consigue desde hace años Clin Eastwood que es, sin
ninguna duda, uno de los mayores creadores de cine de las ultimas décadas, y
tiene en su haber unas cuantas absolutas obras maestras. Una de ellas es “Los
puentes de Madison”, film magistral y profundo, una sabia exploración de las leyes del corazón hasta
llegar a la sustancia misma del sentimiento.
Con enorme talento el director y los actores hacen que la
emoción vaya aumentando progresivamente. Gran manejo de la cámara,
extraordinario montaje, la fotografía, primeros planos, miradas, sin casi
diálogos, la lluvia, la música….buen cine, sin espectacularidades, sin efectos
especiales, sin cursis diálogos, sin tonterías……personajes de carne y hueso.
El argumento ya lo conocemos, el momento decisivo y la
esencia dramática del film se resumen en su final:
Día lluvioso.
Francesca y su marido se detienen ante un semáforo.
Delante de ellos está la furgoneta de Robert camino para
siempre de Iowa.
El cerebro de Francesca vibra en dos direcciones, pero tiene
que decidir. Por un lado un amor único y verdadero: “Esta certeza sólo se
siente una vez en la vida”.
Por otro el dolor que puede hacer a otros seres queridos,
amados de otra forma durante muchos años, y unos frenos sociales instalados en
el fondo de su conciencia.
El semáforo pasa a verde sin que la furgoneta de Robert arranque.
Robert acaricia la cruz que Francesca le regaló, mientras la
mira por el retrovisor.
El marido se pregunta, ¿pero, a qué está esperando?
(pensando en la furgoneta que tiene enfrente, sin arrancar)
Robert sigue allí mirando a través del retrovisor a
Francesca, alentándola a que abra la puerta, corra y se escapen juntos a ese
otro lado del mundo al que había prometido llevarla algún día.
Francesca, con la mano en la puerta del coche tendrá su
última oportunidad durante el tiempo que dura un semáforo en rojo, para escoger
entre una vida simple y un destello efímero.
El cerebro de Francesca decide….aceptar el riesgo de lo
nuevo o quedarse quieta.
Pero finalmente decide lo que tiene que hacer, los dos
caminos se separan para siempre…….
Le deja ir.
Una inmensa Meryl Streep. No hay nada comparable a la mirada
de Francesca viendo alejarse a Robert. Una auténtica lección de cine.
A raiz de la muerte de Francesca, sus hijos descubren unas
notas privadas donde ella revela una breve y emotiva historia de amor ...
acontecida 30 años antes ... Sus cenizas fueron lanzadas al viento sobre Los
puentes de Madison .
Sin embargo, uno no deja de preguntarse: En la vida real
cuantas historias hay que fueron vividas intensamente y terminaron para
siempre, quedando guardadas bajo siete llaves en el fondo del corazón.
Ficha técnica