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BIUTIFUL (Alejandro González Inárritu, 2010)

"A veces el destino es como una tormenta de arena que no se detiene, quieres alejarte pero te persigue. Entonces cambias de dirección pero la tormenta siempre sabe como encontrarte. Una y otra ves juegas a esto como en un baile con la muerte antes del amanecer. Esta tormenta no es algo que venga de lejos. Algo que no tiene que ver contigo. Esta tormenta eres tú, algo dentro de ti"





Drama demoledor. Espectáculo trágico en el que el espectador ve hundirse de una manera despiadada a los personajes en una espiral de infortunios, tristeza, amargura y dolor, que llega a resultar a veces anímicamente insoportable. 

Dicho esto, creo que es conveniente extraer un fragmento de una entrevista a González Inárritu para quizás entender/explicar mi fascinación por esta conmovedora película: 


P. ¿Qué es para usted la felicidad?

R. En las sociedades occidentales al tratar de evitar el dolor constantemente también se está negando la posibilidad de la alegría y del placer. Le tenemos tanto miedo al dolor que negamos la posibilidad del placer. A mí las películas que contienen una dosis de dolor me gustan, porque me parecen más vitales. Hay muchas cosas que tenemos todos los días, pequeñas cosas muy intensas y no somos capaces de vivirlas con cierta importancia porque nos creemos eternos. En ese sentido, y aunque parezca increíble, me parece que es una película divertida. Si tuviera que etiquetar la película en un género, este sería el de la tragedia clásica. Es la caída libre de un hombre.


Y yo añadiría a estas palabras de Inárritu: caída, sí, pero libre.




Hay pocos cineastas que traten de forma más sádica a sus personajes que como lo hace el mexicano Alejandro González Iñárritu. Recordemos Amores perros, 21 gramos y Babel. Nos encontramos con un catálogo completísimo de desgracias y con una exhibición impactante del sufrimiento humano en muy diversas manifestaciones.



 

     Biutiful es una tragedia urbana ambientada en una oscura y atípica Barcelona y protagonizada por un inmenso Javier Bardem. Uxbal es un hombre desesperado que perseguido por la desgracia. Con dos hijos a su cargo y una ex esposa aquejada de un trastorno bipolar y alcoholismo, malvive en el barrio barcelonés de El Raval, donde trapichea con las mafias chinas explotando a inmigrantes ilegales. El médico le diagnostica un cáncer de próstata que ha derivado en metástasis. Solo le quedan unos pocos meses de vida y muchas cuestiones que poner en orden antes de abandonar este mundo. Para Uxbal comienza una carrera a contrarreloj en la que la necesidad de perdonar es tan grande como la de ser perdonado.

     Es en este entorno donde el protagonista va adquiriendo un engrandecimiento moral según transcurre la película. Al inicio, el espectador prejuzga críticamente una actuación del personaje de Uxbal. Pero luego va tornando ése juicio inicial a una cercanía tan absoluta al personaje que impacta emocionalmente. Nadie pensaría que al final de la película verías a Uxbal como un padre absolutamente admirable. 

     De hecho, tiene Biutiful una mezcla de razas, culturas y lenguas, todas ellas distintas pero coincidentes en su inevitable destino hacia un padecimiento fruto de la explotación de los fuertes sobre los débiles. No hay salida para nadie, sea quien sea y proceda de donde proceda. Al menos no hay salida en el mundo de los vivos.

    Abunda la basura, la pared desconchada, el simbolismo de los insectos que se pasean entre humedades, la mugre, el hacinamiento.

  En Biutiful se explicita que la muerte está indefectiblemente ligada a la vida y más vale que la maleta siempre esté preparada por si llega el momento de marchar al otro lado. Porque lo más importante es que la muerte no deje un poso amargo de cuentas pendientes que hagan sufrir tanto a los vivos como a los muertos.

    Es un intento de encontrar la luz y la compasión frente a las dificultades.

    Alejandro González Iñárritu tiene la virtud de embellecer la mierda. Por su parte, Javier Bardem, superlativo en su meticuloso viaje hacia la muerte mientras intenta garantizar la supervivencia de los suyos. Parte de la película se sostiene sobre su gigantesco talento interpretativo, capaz de dotar de una verdad sin fisuras hasta al más insignificante de los gestos. Bardem dispensa en Biutiful una de sus interpretaciones más imponentes, imprimiendo a su personaje de una humanidad y de una amargura memorables.

   De este constante y desmesurado descenso a las tinieblas se queda uno con la contundente visión de la cloaca en la que muchos están obligados a vivir.

  Todo en esta cinta es demasiado cruel. Uno puede preguntarse si las criaturas de ficción son propiedad absoluta de su creador. ¿Puede éste condenar a sus personajes a una falta casi absoluta no ya de felicidad sino de pasajera relajación vital? ¿Tiene el derecho a la hora de someterlos a una permanente agonía que roza la tortura? ¿Hace falta más de un plano que explicite que el protagonista orina sangre cuando se conoce de sobra su pésimo estado de salud? Son éstas, preguntas dignas de hacerse, pero que yo pienso que Inárritu da la respuesta adecuada el corte inicial de la entrevista al inicio de la entrada.