“- ¿Quién eres tú?
- La muerte.
- ¿Es que vienes por mí?
- Hace ya tiempo que camino a tu lado.
- Ya lo sé.
- ¿Estás preparado?
- El espíritu está pronto, pero la carne es débil. Espera un momento.
- Es lo que todos decís, pero yo no concedo prórrogas.
- Tú juegas al ajedrez, ¿verdad?
- ¿Cómo lo sabes?
- Lo he visto en pinturas y lo he oído en canciones.
- Pues sí, realmente soy un excelente jugador de ajedrez.
- No creo que seas tan bueno como yo.
- ¿Para qué quieres jugar conmigo?
- Es cuenta mía.
- Por supuesto.
- Juguemos con una condición, si me ganas me llevarás contigo, si pierdes la partida me dejarás vivir. Las negras para tí.
- Era lo lógico, ¿no te parece?”
La muerte |
No pudo elegir mejor escenario el genio sueco (la época más oscura de la Edad Media, con todas sus miedos y supersticiones) para presentarnos el panorama de búsqueda existencialista a la que se aferra el caballero en su regreso, mientras sustenta una lucha interna marcada por diatribas metafísico-religiosas, manteniendo para ello una ingente disputa con la muerte, ejemplificada en una larga partida de ajedrez. El título hace referencia a un pasaje tomado del libro del Apocalipsis "Y cuando el Cordero rompió el séptimo sello del rollo, hubo silencio en el cielo durante una media hora." (Ap 8:1) Aquí, la frase "silencio en el cielo" hace alusión al "silencio de Dios", el cual es el tema principal de la película.
El
protagonista es un caballero, Antonius Blovk que vuelve en el siglo XIV de las
Cruzadas de Oriente con su fiel escudero. Europa se encuentra arrasada por la
peste negra, los caminos llenos de asaltantes y malhechores, reina el fanatismo
religioso y queman a las “brujas” en los pueblos. Sufrimiento medieval que se
puede equiparar al de la sociedad de cualquier época.
Pero Antonius
Blovk no se rebela, no interviene, no intenta desfacer entuertos, únicamente se
pregunta con perplejidad por la justificación de tanto dolor. Sabe que ayudar
no sirve para nada, no aliviará ni evitará el drama fatal en que vivimos.
El mundo es un
asco, confirma el escudero, ante las atrocidades que presencian. La ausencia
del dolor sólo es posible en circunstancias excepcionales, como la de los
juglares. Los cómicos no se preguntan nada. Es el máximo de felicidad al que
puede aspirar el ser humano: la ignorancia.
Antonius Blovk
recibe una visita en el camino de regreso a su castillo: la Muerte. Su única
defensa es proponerle una partida de ajedrez para retrasar su desaparición,
para ganar tiempo. La Muerte acepta y empiezan un combate lleno de trampas.
Todos empezamos esta misma partida de Antonius Blovk contra la Muerte en el
momento de nuestro nacimiento.
Encuentro con la muerte
Fascinado por
la proximidad de la muerte, el caballero andante se hace una única pregunta de
forma obsesiva: ¿Qué hay después de la vida? ¿Existe un mundo de los espíritus?
¿El mundo posterior será tan horroroso como el que soportamos en la Tierra?
¿Estaremos sometidos al mismo sufrimiento, a los mismos terrores que aguantamos
en el mundo de los vivos? ¿O después ya no existe absolutamente nada?
Ingmar Bergman (1918-2007). Ser o no ser